Con los alimentos, además de los nutrientes, pueden aparecer una serie de organismos o sustancias que influyen directamente en nuestra salud. Durante el siglo XIX y XX se han dado los pasos necesarios para que los alimentos, incluyendo el agua, tengan un alto grado de inocuidad microbiológica. Sin embargo, se les han ido añadiendo, en distintas fases de la cadena alimentaria, una serie de sustancias que están causando un gran número de enfermedades crónicas.

Las concentraciones de las sustancias químicas de síntesis, perjudiciales para el organismo, son elevadas. La exposición a plaguicidas ocurre a través de una diversa variedad de rutas, incluyendo la inhalación de aire, ingestión de residuos de los alimentos o contacto de la piel con áreas tratadas con pesticidas.

En general, la vía de exposición principal de la población es a través de la comida, especialmente a través del consumo de frutas y verduras. Una dieta ecológica implica una menor o nula ingestión de residuos de pesticidas y menor consumo de nitratos y antibióticos [32]–[37].

La presencia de nitratos en los alimentos ecológicos es significativamente inferior a la existente en alimentos de producción convencional [38], como consecuencia de la no utilización de fertilizantes nitrogenados altamente solubles y del ajuste en las dosis de nitrógeno fertilizante.

MENOS ANTIBIÓTICOS EN LA GANADERÍA ECOLÓGICA

El uso preventivo de antibióticos no está permitido en ganadería ecológica , debido a que los tratamientos farmacológicos rutinarios pueden conducir a resistencia a ellos y aumentar la dependencia de los fármacos. La gestión sanitaria en ganadería ecológica se basa en medidas preventivas como la selección de las razas y estirpes, una alimentación equilibrada y de alta calidad, un entorno favorable y espacio suficiente para promover una buena salud animal.

La producción ecológica es determinante para restringir e incluso disminuir la prevalencia de resistencia a los antibióticos, con beneficios potencialmente considerables para la salud pública [24].

SIN ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS

La utilización de organismos genéticamente modificados y la ingeniería genética,son prácticas no autorizadas en la producción ecológica, salvaguardando el principio de precaución, principios de ética y principios de salud.

La manipulación genética todavía es una técnica con cierto riesgo que conduce a cambios impredecibles en el ADN, las proteínas y la composición bioquímica de los organismos resultantes, lo que puede resultar en efectos inesperados tóxicos o alergénicos y trastornos nutricionales, así como efectos impredecibles sobre el medio ambiente [25].

MENOS METALES PESADOS

Los metales pesados (mercurio, arsénico, uranio y cadmio), presentes en la síntesis de fertilizantes fosfóricos químicos, son absorbidos por los cultivos .

La poca materia orgánica presente en agricultura convencional hacen que las plantas absorban más cadmio, tóxico para los riñones, puede desmineralizar los huesos y es cancerígeno. Existen evidencias de que los cultivos orgánicos contienen aproximadamente un 48% menos de cadmio que los cultivos convencionales [26]

La FAO alerta de la grave contaminación del suelo del que nos alimentamos

Para saber más: Raigón, M.D. Alimentos y salud. En: Salud y Derecho a la Alimentación. Bienestar, equidad y sostenibilidad a través de políticas alimentarias locales. Valladolid, España: Fundación Entretantos y Red de Ciudades por la Agroecología.

[24] Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, Guía práctica de la salud. 2013.
[25] A. Gloria Blanco, L. Rio Maojo (del), L. Gutiérrez García, R. Olmos Pecero, y S. Rodríguez Fernández, «Habitos de alimentación y consumo saludable», Consejería de Educación y Ciencia. Dirección General de Ordenación Académica
e Innovación. Servicio de Innovación y Apoyo a la Acción Educativa, 2005.

[26] «Manifiesto por una alimentación sana – Dame Veneno | Justicia Alimentaria». [En línea]. Disponible en:  http://justiciaalimentaria.org/dame-veneno/manifiesto#top. [Accedido: 09-jul-2018].
[32] G. P. P. Lima y F. Vianello, «Review on the main differences between organic and conventional plant-based foods:
Main differences between organic and conventional plant», International Journal of Food Science & Technology, vol.
46, n.o 1, pp. 1-13, ene. 2011.

[33] C. Smith-Spangler et al., «Are Organic Foods Safer or Healthier Than Conventional Alternatives?: A Systematic Review», Annals of Internal Medicine, vol. 157, n.o 5, p. 348, sep. 2012.
[34] C. Lu, K. Toepel, R. Irish, R. A. Fenske, D. B. Barr, y R. Bravo, «Organic Diets Significantly Lower Children’s Dietary
Exposure to Organophosphorus Pesticides», Environmental Health Perspectives, vol. 114, n.o 2, pp. 260-263, feb.
2006.

[35] A. L. Brantsæter et al., «Organic Food Consumption during Pregnancy and Hypospadias and Cryptorchidism at
Birth: The Norwegian Mother and Child Cohort Study (MoBa)», Environmental Health Perspectives, vol. 124, n.o 3,
pp. 357-364, mar. 2016.

[36] L. Oates, M. Cohen, L. Braun, A. Schembri, y R. Taskova, «Reduction in urinary organophosphate pesticide metabolites in adults after a week-long organic diet», Environmental Research, vol. 132, pp. 105-111, jul. 2014.
[37] C. L. Curl et al., «Estimating Pesticide Exposure from Dietary Intake and Organic Food Choices: The Multi-Ethnic
Study of Atherosclerosis (MESA)», Environmental Health Perspectives, vol. 123, n.o 5, pp. 475-483, may 2015.

[38] E. Koh, S. Charoenprasert, y A. E. Mitchell, «Effect of Organic and Conventional Cropping Systems on Ascorbic Acid,
Vitamin C, Flavonoids, Nitrate, and Oxalate in 27 Varieties of Spinach (Spinacia oleracea L.)», Journal of Agricultural
and Food Chemistry, vol. 60, n.o 12, pp. 3144-3150, mar. 2012.