La alimentación y la salud han sido históricamente responsabilidad de las mujeres. Además de cuidadoras en el hogar, las mujeres han tenido y tienen un rol muy importante en la producción de alimentos saludables y la preservación de la biodiversidad [109]:

  • El rol de las mujeres como cuidadoras hace que prioricen su entorno familiar y afectivo por encima de ellas mismas.
    • Las actividades relacionadas con la alimentación son realizadas fundamentalmente por mujeres, de media, en un 70% [110]. El sistema alimentario agroindustrial proporciona alimentos “baratos”, “rápidos” y “cómodos” que con la crónica falta de de tiempo y conveniencia son una solución inmediata para las mujeres, a pesar de que sean conscientes de que no son saludables.
    • Los hábitos saludables implican disponer de tiempo para preparar los alimentos y cocinar, desplazarse a mercados o participar en iniciativas agroecológicas, penalizando a las mujeres trabajadoras.
  • Las mujeres tienen un importante rol como productoras y transformadoras de alimentos: mujeres campesinas, mujeres jornaleras o empleadas de industrias transformadoras. Su salud viene determinada además de por el consumo alimentario, por su participación en el proceso de producción.
    • Menor visibilidad que los hombres ya que se ven como “ayuda familiar” y hacen que en modelos de pequeñas producciones las mujeres sean perjudicadas, sólo cotizando a la Seguridad Social un 59% [111].
    • Los salarios de las mujeres en el campo son menores, a pesar de que en 2009 se consiguió la igualdad salarial en el convenio del campo.
    • En muchos casos se contrata a mujeres migrantes, que en ocasiones son maltratadas y sufren abusos sexuales.
    • Existe una desigualdad hacia las mujeres en la prevención de riesgos laborales para la agricultura, sin atender a las especificidades de género [112].
  • De forma general, vivir en el medio rural penaliza a las mujeres.
    • La falta de tiempo y su propia percepción de ser “menos importante” dificulta el acceso a la salud en zonas de menor prestación sanitaria.
    • La escasez de servicios sociales es una dificultad para poder abordar la violencia de género en el medio rural [113].
    • Se han perdido mucho pequeños huertos tradicionales cuidados por mujeres y que proveían de alimentación a las familias. Así, los pueblos son cada más dependientes de la ciudad y de la gran distribución para su alimentación.

Para saber más: Álvarez, I. La salud y la alimentación desde la mirada feminista. En: Salud y Derecho a la Alimentación. Bienestar, equidad y sostenibilidad a través de políticas alimentarias locales. Valladolid, España: Fundación Entretantos y Red de Ciudades por la Agroecología.

[109] Rivera, M. y Álvarez, I., «Del enfoque mercantil a la centralidad de la vida, un cambio urgente para las mujeres», en Vencer la crisis alimentaria mundial, Observatorio del derecho a la alimentación y nutrición, 2017.
[110] Camas García, F., «Los hombres dicen que el trabajo doméstico no va con ellos», 2016. .
[111] Moreno, S., «Los derechos de las mujeres en el medio rural y la lucha por la Soberanía alimentaria», El Clarión, n.o 49, pp. 24-27, 2018.
[112] Bol Estado, Ley 8/2015, de 15 de octubre, del Estatut, de 15 de octubre, del Estatuto de las Mujeres Agricultoras. p. 15.
[113] Diputación de Bizkaia, «Informe de identificación de necesidades y obstáculos encontrados por las mujeres víctimas de violencia de género del área rural de Bizkaia en el acceso efectivo a los servicios y prestaciones de apoyo, atención y justicia», 2015